HISTORIAS DE AYER "libro ESCOLAR ECUATORIANO "

Cuando yo fui a la escuela, las clases comenzaban la primera semana de mayo y terminaban la última de enero. (El que se quedó para abril se comía todas las mejores lluvias del invierno) Teníamos un feriado largo para Navidad y Año Nuevo, vacaciones de carnaval y Semana Santa y más una semana después de cada trimestre. Las fiestas patrias se celebraban el mismo día y ensayábamos los himnos con mucho fervor y alegría. Existía juramento de Bandera para los de 6to grado, nos emocionaba la fiestas de Navidad eran con nuestra mejor ropita de calle. Había algo raro también, las profesoras y profesores no se enfermaban, no recuerdo que los profesores faltaran dos días seguidos.

Si el profe te hablaba, no te convenía decir nada en tu casa porque seguro te volvían a retar y te tocaba un castigo.
Ni la lluvia impedía faltar a la escuela, era toda una aventura llegar a clases, en un día así.
El profesor se respetaba, era como si te castigarán tus propios padres.
La entrada a las 7:30 y se salia 12: 30 corrias al escuchar la musiquita de Radio Cristal en casa,ya sabias que si sonaba ya estabas tarde 😥 el recreo duraba 30 minutos 9 :30 a 10:00 Los profesores tomaban café en el bar y no nos cuidaban en el patio, porque sabíamos lo que podíamos y no podíamos hacer; mas allá de una rodada jugando a la guerra o al fútbol,comer mango y niguito no ocurría nada más.
Era un honor llevar y traer el libro de registro, buscar el mapa mundi en la dirección o pedir tiza. Nos turnábamos para borrar el pizarrón y sacudir los borradores.
Qué alegría enorme era completar álbumes de cromos sobre botánica, fútbol o cualquier otro tema de moda, jugar a la rayuela, al quemado, a las cogidas, a los trompos o a las escondidas. Tomar distancia en la fila, y escuchar las palabras del director antes de regresar a las aulas.
Nos enseñaban que Bolívar, Sucre, Calderón hicieron grande a la patria y que Colón descubrió América buscando las Indias...
No sé cuándo los próceres pasaron a ser genocidas... No sé cuándo los profesores comenzaron a enfermar para necesitar suplente y la suplente otra suplente, etc. Desde cuándo los padres golpean a los maestros o desde cuándo los mismos alumnos sacan su furia contra ellos. Cuándo fue que revisar una cabeza en busca de piojos, pasó de ser un acto de salubridad, a una discriminación. Cuándo un acto patrio, pasó a ser solo un feriado... No sé cuándo se perdió la escuela como institución, cuándo se perdieron los valores, el respeto a los maestros como ejecutores de enseñanza. Cuán hermoso eran aquellas épocas en las que sabíamos de valores, respeto y solidaridad.

MI AMOR POR CARLOS

El final había llegado. hacía ya algún tiempo no tenia su presencia. Acariciando mis mejillas . Lo acepte mientras pude tratando de alejarlo de mi . De igual modo, .No podía continuar ignorándolo. En lo que a mi vida concernía, ya estaba aquí como un ángel . iluminando mis días , durante varios años, la viví muy . Feliz. Cuando me casé Nos conocimos en las terrazas de una casa muy hermosa , era , en el Centro de la ciudad
Un diciembre, poco antes de cumplir los dos años de matrimonio, conocí a Carlos en casa de unos amigos. Había ido solo y esa misma noche, nos fuimos juntos. Teníamos la misma edad y aunque no poseía una gran belleza , sus ojos verdes me , atraían la atención . Era, , un joven atractivo, muy inteligente. Sabía lo que quería de la vida y luchaba para conseguirlo. Cuando lo conocí vivía con sus padres en una casa humilde del barrio . Tenía, ya entonces, un cargo importante en una empresa.
Nuestra relación fue muy abierta desde el principio. Siempre supo el de mi pues pensó, como también pensé yo, que lo nuestro sería un amor de verdadero.
Al principio nos íbamos a ver una obra de teatro y bailabamos juntos en algún lugar . De manera que, sin darnos cuenta, nos fuimos enamorando cada día más al punto de que la relación, que había comenzado como algo pasajero y sin culpa, fue convirtiéndose en una historia que nos exigía y nos comprometía a ambos.
Pasó el tiempo y . Decidió entonces vivir solo y alquiló un cuartito donde era muy feliz . En esa época comenzó a trabajar , enviado por la empresa donde trabajaba.el papa Esa fue la causa para que nos veamos muy poco .
De todos modos, a pesar de que nunca me lo dijo, muchas veces he pensado que dejaría de amarme porque el estaba al tanto de mi . Que sabía de todo lo que hacia el era mi existencia parte de mi vida. Y que por temor a perderme , jamás dijo una palabra. Aunque tal vez, haya sido solamente una imaginación mía.
Mi situación ante la sociedad no era secreta . no es fácil mantener en secreto una relación hasta que , llega el día en que debemos decidir.que vamos hacer
de común acuerdo, que se quedara en casa lo , que hacía un tiempo deseaba realizar,
Necesitó siempre de mi amor para vivir. Su vida se resumió siempre en mi persona. El sentimiento que me unía a el . El amor que sentía por Carlos incluía la ternura. La necesidad de protegerlo.lo llevaba impreso la admiración que sentía por ese hombre que se abrió paso en mi vida, sin pedirme jamás que me separara de el. Que renunció todo lo mas querido
Y los años fueron pasando . y siempre pase, rodeado de amor , ser una sola vida. De modo que pasé varios meses buscando la mejor manera de decirle cuanto lo amaba , que ya no soportaba vivir sin el --
Un fin de semana fui a verlo. Al abrir la puerta de su casita lo encontré vacío. Me asusté y bajé para hablar con el portero. Me dijo que Carlos se había ido de compras y pronto iba
a volver
Hoy, aun , la sigo queriendo . Creo que el me conoció antes que yo -.
La primera vez que viniste a verme, traías una flor en cada mano. El amor que sentías hacia mí, te salía por los ojos. Cuando abrí la puerta de mi casa, no tenía ni idea de quién eras. Entraste con un corazón , mirándome a los ojos . Tendistes tu mano --hacia mi sin embargo cerré la puerta y permanecí ahí mirándote. Escuchándote. Conociéndote . Ahí estábamos las dos. . Tú un hombre , dirigiéndote a mí con palabras dulces que correspondían a una chica tan bonita. A una chica que, según todo el mundo , era tímida y frágil. . No sé qué esperabas de mí. Qué tipo de mujer pensabas encontrar cuando decidi venir a mi casa pensaba . Qué idea se formó en tu cabeza cuando supiste que tu me amarias como a ninguna otra mujer habias amado . Hasta ese momento yo no había pronunciado ni una sola palabra. Seguía de pie junto a la puerta, observándote y pensando y Me sentí desconcertada
Hacía un par de meses que nos habíamos conocido con Carlos , cuando fue a mi casa por primera vez. Nunca hubiese pensado que en aquella primera vez me iba a enamorar de el
Carlos me cayó bien la misma noche que lo conocí. Pero el amor se fue construyendo a partir -del conocimiento que, entre los dos, fuimos elaborando. Aquel día no querías irse . No prometía nada. y llamaba a mi puerta, y tenia dudas de que yo le permitiría entrar. Porque el caso era de que yo, también lo amaba.
Me pidió que no le contara de su visita a nadie . Y no lo hice. Nunca.
Durante casi 10 años fuiste y viniste, de tu casa a la mía, implorandome. En repetidas oportunidades diciendo que me amaba --. No sé en qué momento me di cuenta de que nunca lo dejaría. Que lo amaba de verdad. Creo que recién ahí comprendí que lo amaba -------
hace un par de años comencé a darme cuenta de Carlos . Cuando estaba conmigo quería quedarse y no volver a su casa. Sé, también, que estando en su casa muchas veces pensó en quedarse conmigo Lo entiendo. Carlos necesita un hogar donde pueda vivir tranquilo, de domingo a domingo. junto A mí porque sabe que estoy con él solamente por amor. Que por la misma puerta que entró un día a mi casa, lo recuerdo como si fuera ahora Y porque yo también, lo amo vivo, solamente para él El día que miro, mis ojos le dije todo lo que sentía por él. Nos casamos al año siguiente. Casualmente, en esos meses, comenzó a viajar . Esto me confundía un poco. Una tarde tomé un taxi . Al otro día fui a verlo.Hablé con el portero y le di las señas de el . y salio . Y me habló con mucha calma
. Siempre estuvo a mi lado, siempre respondió a mi amor.Hace unos meses me dijo que no viajaría más. Que habían designado a otro compañero en su lugar. Que él estaba cansado y. Se terminaron los “viajes el comenzó a quedarse para seguir buscandome hasta que un dia bajara vestida de blanco con el
.

El matrimonio de María Eugenia y German

MMaria Eugenia nació en primavera. Cuando los rosales florecían y los árboles en las aceras se llenaban de gorriones. Nació cuando nadie la esperaba. Su madre ya había traído al mundo cuatro varones que al nacer la niña ya eran adolescentes, y ella llegó una tarde como obsequio del buen Dios. María Eugenia era una mujer de antes. Criada a la antigua. Conocedora de todos los deberes de una mujer nacida para servir. Servir a sus padres, a sus hermanos y si se cuadraba, algún día, servir a su marido y por ende a sus hijos. Todos los deberes le habían enseñado. Todos sus deberes se sabía. De niña, recatada, con su vestidito a media pierna, los ojos bajos, las manos juntas. De adolescente, con blusitas de manga larga, nada de escote ni andar sin medias. Una chica de su casa. Respetuosa.
Siempre supo que menstruar era un estigma. Una afrenta con la que Dios había castigado a la mujer por haber comido una manzana del árbol prohibido, en los tiempos del Paraíso Terrenal. Que se debía ocultar y que de eso: no se habla. Que por el mismo pecado los hijos se paren con dolor y para llegar a parirlos, primero hay que casarse ante Dios y ante los hombres. Que la mujer debe llegar virgen al matrimonio so pena de que el marido la repudie y quede, por ello, sola y cubierta de vergüenza para el resto de su vida.
Todo eso le habían enseñado. Todo eso sabía María Eugenia, y más. Sabía que jamás, una mujer decente, debe gozar el acto sexual. Del gozo si lo hubiese, sólo tiene derecho el hombre. Que el marido no tiene por qué verla sin ropas, pues sólo se desnudan para hacer el amor las mujeres de vida fácil. Y sabía también que perder la virginidad la noche de bodas era algo terrible de lo que por desgracia, no se podía evitar.
De todo estaba enterada así que cuando a los dieciocho años su padre le consiguió un novio y le ordenó casarse con él, aunque no le pareció mal, desde que la decisión le fue expresada el terror hizo presa de su pobre alma. El futuro pretendiente de María Eugenia se llamaba Germán. Era un muchacho de veinte años, virgen como ella, no por mandato de padre, sino por no haber tenido oportunidad de conocer mujer. Hijo de un matrimonio chacarero, amigo de la familia, trabajaba la tierra con su padre y sus hermanos y era un muchacho muy callado y respetuoso. Un domingo vino con sus padres a almorzar. Los jóvenes se conocieron. Si se gustaron o no, no tenía la mayor importancia. El matrimonio ya estaba decretado así que se fijó la fecha para el mes siguiente. Él le servía a ella y ella le servía a él.
La madre del novio opinó que los recién casados deberían vivir con ellos en la chacra, pues había mucho lugar, el joven trabajaba allí mismo y ella —la futura suegra—, prefería tener en su casa una chica tan bien criada, antes que a la esposa de otro de sus hijos que también estaba para casarse. Una joven —dijo escandalizada—, que andaba pintada desde la mañana, que en una oportunidad la había visto fumar y que usaba pantalones como un varón. ¡Dios nos libre! También opinó que ella había trabajado mucho en la vida y que la nuera, joven y fuerte, podía hacerse cargo de la casa. De modo que les acomodaron un dormitorio junto al de los suegros, para tenerla cerca por si alguna vez la necesitaban. Los jóvenes se casaron al fin, en una boda sencilla, en la parroquia del pueblo. María Eugenia con su vestido blanco, mantilla de encaje y un ramo de azucenas blancas que Germán le llevó y que él mismo cultivara. Y el joven, de traje negro comprado de apuro para la ceremonia y camisa blanca con cuello palomita. Celebrada la boda, después de una pequeña reunión con familiares y amigos, los novios se fueron para la chacra manejando el muchacho el mismo camión en que llevaba los pollos al mercado. La nueva señora, sola en su dormitorio, cambió su vestido de novia por un camisón de manga larga y cuello con festón; se acostó, cerró los ojos y se cubrió hasta las orejas dispuesta a soportar lo que viniera. El muchacho estrenando calzoncillo largo se metió en la cama y, aunque no sabía muy bien por donde empezar, se portó como todo un hombre. Esa noche perdieron ambos la virginidad. Ella, entre asustada y curiosa, dejó que él le hiciera el amor con el camisón remangado, los ojos cerrados y los labios apretados y se durmió junto a su hombre, desconcertada, al comprobar que no era tan bravo el león como se lo habían pintado. A la mañana siguiente se levantaron al alba. Ella nerviosa a preparar el desayuno para todos. Él, contento como perro con dos colas, bebió su café sin dejar de mirarla, limpió las jaulas de los cardenales de la patria, y se fue al campo seguido de su perro, pisando fuerte y sacando pecho. Maravillado ante el descubrimiento del placer que significa hacer el amor con una mujer. Su propia mujer.
María Eugenia se hizo cargo de la casa desde el primer día. Estaba acostumbrada al trabajo. De todos modos, a pesar de que su marido nunca le ocultó el haberse enamorado desde que la vio por primera vez, ella luchaba por desatar el nudo que se le había armado en el pecho entre el placer, los prejuicios y el amor. Y en esa ambigüedad de sentimientos se fueron sucediendo los días, el tiempo fue pasando, y aunque ambos los anhelaban los hijos no venían. Un día la mamá de María Eugenia se enfermó y la mandó llamar para que la cuidara. La joven juntó un poco de ropa, dejó la chacra y volvió a su casa para cuidar a su madre. Germán sin su mujer no tenía sosiego. Iba a verla como cuando era novios y conversaban mientras ella cocinaba.
Cansado de la situación el muchacho decidió, por su cuenta, buscar en el pueblo una casa para alquilar. Encontró una a su gusto. Con un dormitorio y fondo con aljibe. Trajo de la chacra los muebles del dormitorio, las jaulas de los cardenales de la patria, la cucha del perro y el perro. Compró algunos enseres para la cocina y fue a buscar a su mujer, y como estaba se la llevó. De delantal, el pelo trenzado y las manos llenas de harina. La entró en la casa donde ella sería la reina. María Eugenia reía llena de asombro ante la ocurrencia de su marido.
Él le mostró la casa y el fondo con el aljibe. El perro y los cardenales. La condujo al dormitorio, le soltó el pelo, la desnudó por completo y por primera vez hicieron el amor como Dios manda. Él, dueño de la situación y ella sin nudos en el pecho, entregada a su hombre con la boca y los ojos abiertos para no perderse nada. Y a los nueve meses exactos, María Eugenia tuvo su primer y único hijo. Un varón hermoso que pesó cuatro quilos y que por nombre me puso Germán. Cuando terminó de contarme esta historia, mi madre me dijo sonriendo que el dolor de parto es el dolor más grande, sí, pero es también... el que primero se olvida.

YA NO HUBIERAS VENIDO


 YA  NO  HUBIERAS   VENIDO 

—Levántate de ese mueble  , no llores más y ponte a limpiar ¡que esta casa está tan sucia que no se puede ni entrar ¿A qué viniste, a consolarme o a reprenderme?
Ni a una cosa ni a la otra. Vine para que reaccionaras.  pero hace un mes que las niñas   comen solo frutas . Prepara la comida para que almuercen  como siempre.  levántate, limpia la casa, cocina, lava la ropa,  ¿Piensas que eres la primera mujer que ha quedado viuda  Deseo irme, pero con tu llanto y tu tristeza me tienes atado no puedo irme . enciende la radio y pon esa música que te agrada tanto y te levanta el ánimo. Abre las ventanas, ventila la casa, arréglate, ve a la peluquería, sal de paseo. Tienes buenas amigas, ve a pasear con ellas. , eres joven, puedes rehacer tu vida. El que fue mi marido  Jamás me dejó salir con mis buenas amigas que según él me daban malos concejos  y menos que me arreglara y me vistiera bien.  me acompañaba hasta el mercado, en la feria tenía que andar como una loca con los ojos extraviados para no mirar a los puesteros. Nunca me dejó usar calzas ni pantalones porque decía que me quedaban  mal Pero siempre me creyó una tonta nunca me dejo administrar la casa y junto a sus amigos, gasto  todo lo que ganaba sin ahorrar jamás un peso; ignoraba los seguros de vida la pensión que me dejo es muy poco  No tenemos Trabajo, 
 nunca quiso que trabajara. cuando yo quise trabajar y tuve oportunidad de hacerlo no me dejo  porque no iba a dejar la casa para “andar por ahí”. Y me quedé a cocinar, limpiar y criar hijos. Ahora que no hay trabajo para nadie, que no tengo práctica de nada, que tengo una carga de años encima,  Ahora sí puedo “andar por ahí” haciendo lo que salga, porque para elegir no está la cosa. Porque a mí este estado de tristeza y decaimiento que me ha causado  la vida . No iba a llorar cien años. Y entonces viviría mi vida como se me diera la real gana. Liberada de   que ven aquí, que no vayas allá. ¡Por Dios! Más tarde o más temprano me daría cuenta de que al fin era libre.   imaginar cuánta gente se habrá ido de este mundo dejando metas por la mitad sin alcanzar Sueños. Aspiraciones. Y no pudieron hacer .   Vos tenías que volver Y lo primero que me dices  cuando me ves tirada en la cama llorando  es que me levante a limpiar que esta casa está tan sucia que no se puede ni entrar, que salga del pozo, que me ponga a cocinar, que lave la ropa, que abra las ventanas, que ventile la casa, que prenda la radio, que escuche cumbias, que busque trabajo, que me compre ropa, que salga a pasear con mis amigas, que me arregle, acaso me quedará tiempo para bañar al perro. Escúchame, si ya dijiste todo lo que tenías que decir, por favor vete, por donde viniste   Lamento tu decepción, yo tampoco soy aquella que dejaste en este valle de lágrimas y no querría, te juro, herirte  al pedirte de favor que me dejes en paz. No te ofendas, que no es mi intención ofenderte,  habría salido más barato si te hubieras ahorrado el viaje.  porque  yo  me acostumbre  a vivir asi  gracias  por venir